La correspondencia que Magritte mantuvo entre 1947 y 1967 con Alexander Iolas, su marchante de arte en Nueva York, muestran la desconocida faceta comercial del genial pintor surrealista. En las cartas, completamente inéditas y acompañadas de más de 40 ilustraciones, el pintor belga aparece como un artista profundamente involucrado en todo lo relacionado con la comercialización de su obra. Aunque Sotheby's no subastará las cartas hasta junio en Nueva York, se encuentran en Londres para ser mostradas junto con cinco obras del autor belga, que saldrán a la venta hoy martes. Entre ellas, alguna de las imágenes más popularmente identificadas con Magritte, como su hombre con bombín o la acuarela Le Maître d'école, que podría alcanzar el millón y medio de euros.
René Magritte (Lessines, 1898 - Bruselas, 1967), uno de los mayores representantes del surrealismo, ejerció siempre un control absoluto sobre todo lo relacionado con su obra. Las cartas entre el pintor belga e Iolas, en poder de un coleccionista americano durante los últimos 20 años, demuestran con gran detallismo cómo impartía instrucciones precisas acerca de dónde y cómo debían de exponerse o enmarcarse cada una de sus obras, así como el texto exacto que debía colocarse junto a ellas en las exposiciones y dentro de los catálogos. Para Marsha Malinowski, especialista en libros y manuscritos de Sotheby's, estas cartas son importantes no sólo por su rareza y por las ilustraciones que incluyen, sino porque "descubren la relación que tenía con el galerista que le dió fama internacional tras su primera exposición en Nueva York, en 1947. Tuvo tanto éxito que después de aquella vendrían otras, y le otorgó prestigio mundial". Magritte, como el artista británico Damien Hirst hoy, "es uno de los pocos artistas que han tenido éxito a la hora de comercializar sus propias obras". Entre ellos, el histriónico pintor de Figueres, Salvador Dalí.
"Mis cuadros son una manifestación visual de la poesía", dijo Magritte una vez para describir su propia obra. Así, las cartas vienen a ser una manifestación poética de sus ideas visuales, y revelan la vinculación entre palabra e imagen, que es esencial en su producción artística. En algunos casos, las explicaciones de Magritte para sus escenas más extrañas son tan crípticas como las propias imágenes, que el crítico de arte Robert Hughes describió como "instantáneas de lo imposible" y cuyos bocetos aparecen en los márgenes de las cartas. Algunas de sus creaciones más célebres, como el hombre sin rostro de Le Liberateur y la silla sobre la silla en La Légende des siècles, aparecen por primera vez en estos documentos. Estos motivos se verán más tarde en algunas de sus obras más conocidas, realizadas entre los años 50 y 60.
Viajó a París en 1927 para conocer y aprender de los pintores surrealistas, cosa que hizo, pero decidió regresar a Bélgica al cabo de tres años "al no gustarle las actividades extracurriculares del grupo", en palabras de Malinowski: alcohol y drogas no encajaban en la personalidad de un hombre de orden como Magritte, que volvería a casa "para seguir creando y comercializando su obra".
Las imágenes de Magritte, siempre ingeniosas y provocadoras, no fueron nunca concebidas para una contemplación apacible. Su objetivo era sorprender y desafiar esa idea preconcebida de la realidad que tiene el observador, forzándole a cuestionarse el entorno que lo rodea. Un misterio hecho "para ser confrontado, no analizado", en palabras de David Sylvester, experto en el pintor belga. Según datos de Sotheby's las cartas, que serán vendidas en Nueva York en junio, tienen un valor aproximado de entre 110.000 y 185.000 euros.
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